Quico Alsina y Ana María Briongos
Edición 2009
55 pp.
Versión PDF
Ana Briongos continúa hablando de Irán, pero esta vez da un giro a su relato. Junto a Quico Alsina concentra su mirada en la cocina y los dos sacan a la luz los secretos de los platos que más celebran los iraníes.
No es un libro para extranjeros ávidos de la cocina exótica, porque no hace falta que lo sea. En realidad es la extensión de esa proximidad a la vida doméstica que Ana Briongos maneja con soltura cuando habla de Irán y que acompaña a las celebraciones, a la convivencia familiar, a la vida entre las mujeres y a las viejas tradiciones que sustentan el gusto por unos alimentos y por su preparación.
Más que de un libro, estamos hablando de un pequeño cuaderno que empieza, justamente, por explicar el entorno que rodea al rito de comer. Como no podía ser de otra manera, el libro comienza por la cultura, que es lo mismo que decir que empieza por explicar cómo los iraníes desarrollan el gozo por la comida. Y también se detiene en contar brevemente el papel que juegan, y las variedades que ofrecen, alimentos tan centrales en los hábitos y para la vida como son el pan, el arroz, el azúcar o las especias.
Las recetas vienen a continuación. Y en este caso son recetas de verdad, salidas del buen hacer de las abuelas, que han heredado las madres y que las hijas, de gafas modernas y pantalones provocativos debajo de la tímida bata que las adecenta, están a punto de olvidar. No hay nada en ellas de los ingredientes de las recetas que aparecen en internet después de pasar por el filtro de algún maestro de la cocina francesa. Nada de nata líquida para suavizar la textura, ni de cualquier otra concesión a la autoridad culinaria de ningún chef. El arroz es arroz y las especias las mismas que utilizaron desde antiguo en esta cocina mediterránea que llega hasta oriente con el aroma del clavo y el color del azafrán.
Berengenas, cebollas, espinacas, lentejas, naranjas son las protagonistas vegetales que acompañan al arroz y a la merluza, el pollo y el cordero con los que contribuye el reino animal. Algún toque exótico -los pistachos, el zereshk o el kashk - matiza o realza los sabores y nos hace pensar en una cocina familiar pero lejana al mismo tiempo.
Nada como guardar un ejemplar de Irán. Recetas y hábitos gastronómicos entre los libros de cocina y echar mano de él cuando tengamos el capricho de innovar. Pero los autores han puesto a disposición de los cocineros y de los curiosos de la gastronomía su libro en formato pdf para que puedan acudir a él en caso de urgencia. Basta con un click, para tenerlo en pantalla, pero si vale de algo mi opinión he de decir que la versión en papel posee un aroma propio y en materia de gatronomía los aromas son la esencia del paladar.
Web Ana Briongos
domingo, 27 de septiembre de 2009
Irán. Recetas y hábitos gastronómicos
domingo, 20 de septiembre de 2009
A cien millas de Manhattan
A cien millas de Manhattan
Guillermo Fesser
Punto de lectura, 2009
495 pp.
Estados Unidos forma hasta tal punto parte de nuestra vida que hablar de lo que pasa en el país suena parecido a hablar de lo que nos pasa a nosotros. Pero de vez en cuando salta la sorpresa...
Guillermo Fesser
Punto de lectura, 2009
495 pp.
Estados Unidos forma hasta tal punto parte de nuestra vida que hablar de lo que pasa en el país suena parecido a hablar de lo que nos pasa a nosotros. Son tantas las escenas de películas, o de episodios que aparecen en revistas y periódicos que suceden en los EEUU que no puede uno evitar la sensación de tener información de sobra sobre el tema y que pocas novedades puede aportar un libro más para que la lectura no sea un ‘dejà vu’.
Pero de vez en cuando, salta la sorpresa y éste es el caso de A cien millas de Manhattan. Una sorpresa que tiene que ver con lo que el libro cuenta y que nace de quien lo cuenta: Guillermo Fesser.
Guillermo Fesser –lo cuenta muy bien en el prólogo- formó parte de Gomaespuma y durante años no paró de hablar, con humor, de todo lo que se le ponía por delante para mantener su exitoso programa de radio. Hasta que dijo: basta de hablar. Se propuso cerrar la boca y pasar al otro lado del flujo de la comunicación para escuchar. Cogió el portante y se marchó al norte de la ciudad de Nueva York a vivir un año y a ejercer de oyente de cuanto sucedía a su alrededor.
El resultado es, por supuesto, este A cien millas de Manhattan, inteligente, vivo, informado, sagaz y recomendable en todos los sentidos para quienes tengan el propósito de conocer algo mejor la vida cotidiana de los americanos, para quienes deseen tener unas cuantas de esas claves que no cuenta nunca nadie de un país por obvias y que con frecuencia pasan desapercibidas al forastero o simplemente para quien quiere tener un buen rato de entretenidísima lectura con un montón de historias y anécdotas todas interesantes, bien escritas y a menudo divertidas.
Guillermo Fesser es hábil en la escritura y rápido. Cuenta con facilidad y con fluidez sus experiencias. Y en esa simplicidad que impregna el relato ni siquiera se complica en organizar su narración por temas. Los capítulos del libro se llaman como los meses y en cada uno de ellos aparecen tanto los hitos más convencionales que marcan la vida del pueblo donde vive –las celebraciones, las fiestas, el paso de las estaciones- como las historias sorprendentes que aprende de personajes que por vecindad o por casualidad pegan la hebra con él y le cuentan sus vidas, sus trabajos o sus teorías.
No hay duda de que Fesser resulta tan buen comunicador cuando habla como cuando escucha. Sorprende lo bien que escucha, lo bien que entiende y –claro está- lo bien que cuenta luego todo aquello de lo que ha sido receptor.
Sin tratar de abarcar todo el libro y por picotear solamente el los primeros capítulos, la explicación que hace sobre las zapatillas de deporte y sobre la preparación de los atletas es soberbia y merece por si sola la lectura del libro. La lección de historia sobre la adquisición a Francia de la Luisiana por parte de los EEUU, con tratados de por medio que afectaban a España, es esclarecedora y un ejercicio ejemplar de síntesis. La explicación sobre esos escapes de vapor que en las películas expresan la decrepitud y el misterio de Nueva York la agradecemos todos los que nunca supimos a ciencia cierta de donde venían ni a dónde iban esas nubes que escapaban del asfalto. Y el interrogatorio a que es sometido por la camarera cualquier comensal al que se le ocurra pedir una hamburguesa sobre el punto de cocción, el tipo de pan, la salsa, la ensalada que acompaña la salsa, las patatas que se sirven con la ensalada y demás accesorios que componen al supuestamente inocente plato de hamburguesa, es un despliegue inteligente y magistral de humor.
Lo dicho. ¿Un libro divertido, ameno, descubridor de América incluso para quienes la tienen de sobras descubierta?: A cien millas de Manhattan. Entretenimiento asegurado, pero también conocimiento sobre un montón de asuntos, contados muchas veces –y para sorpresa de lector- con la precisión de un técnico y siempre con la soltura de un excelente escritor.
viernes, 11 de septiembre de 2009
Verano griego. 4.000 años de Grecia cotidiana
Verano griego. 4.000 años de Grecia cotidiana
Jacques Lacarrière
Altair, 2009
376 pp.
Atenas no suele gustar a los viajeros que la visitan. Le faltan largas avenidas, espacios nobles, las perspectivas armónicas que caracterizan al urbanismo de las capitales europeas. Y le sobra desorden. Es ese desorden el que disgusta al viajero y por el que empieza, sin hacerlo explícito, Jacques Lacarrière en su Verano griego.
Jacques Lacarrière
Altair, 2009
376 pp.
Atenas no suele gustar a los viajeros que la visitan. Le faltan largas avenidas, espacios nobles, las perspectivas armónicas que caracterizan al urbanismo de las capitales europeas. Y le sobra desorden. Es ese desorden el que disgusta al viajero y por el que empieza –sin hacerlo explícito- Jacques Lacarrière en su Verano griego.
El desorden de Atenas que inquieta al visitante, la desorganización en el dibujo de las calles, la falta de unidad en la secuencia de las fachadas, el barullo que invade las aceras, la sensación de caos es en realidad la esencia de la ciudad y no es para ella un defecto. La realidad es que Atenas es una capital oriental.
Puede parecer discutible que Lacarrière empiece su libro por el monte Atos y podría pensarse que es una concesión al exotismo. Pero Verano griego resulta un libro mucho más sabio de lo que parece a primera vista.
Grecia es para Lacarrière un país oriental. Bajo la luz de la cultura clásica que inunda la mirada de los visitantes, se olvida que Grecia es hija también del mundo bizantino. Y el monte Atos es el lugar por el que seguir el hilo que nos lleva al ovillo de Bizancio.
Una buena parte del libro se dedica a este lugar, que es, sin duda, una excepción en la propia Grecia. Es un entorno cerrado, detenido en el tiempo y convertido en un gueto. Es un lugar tan pintoresco como irreal. Pero Lacarrière descubre en él la misma tierra mediterránea, los mismos árboles, la misma luz que en el resto de Grecia. Y sobre todo la raíz de la que surgen tantas cosas que explican el presente. El mundo de Atos es en sí mismo materia para un libro y Lacarrière lo desmenuza con detalle.
Verano griego es el libro de un viajero profundamente conocedor del país, de su historia y de su cultura, y el resultado de sucesivos viajes. Lacarrière acude por primera vez a Grecia cuando acaba de terminar la universidad, en autostop, con una mochila y a la aventura, enamorado de antemano del país. Y regresa en varias ocasiones, cada vez con ideas más formadas y cada vez con mejor conocimiento del griego, lo que le permitirá desenvolverse con soltura y tratar con la gente con la familiaridad de quien comparte la misma lengua. Así, su libro recoge tanto la sorpresa inicial de su primer encuentro con el país como sus impresiones más elaboradas que resultan de hablar con la gente y de haber dispuesto del tiempo para sedimentar sus ideas. Pero la base de todo cuanto cuenta el autor no está tanto en sus conocimientos como en sus sensaciones. El relato de Lacarrière recoge en primer término la huella que Grecia deja en un espíritu todavía virgen, atento al entorno, alerta a todo lo distinto y abierto a lo que ese mundo tan especial que es la Grecia que lo rodea puede enseñarle.
Escena a escena, encuentro a encuentro, lugar a lugar, Lacarrière va desgranando ese verano griego con el que titula su libro en pequeños episodios. Los que transcurren en el monte Atos por los que comienza el texto sorprenden porque abren al lector una ventana a un mundo oculto, muy singular y que forma los cimientos sobre los que se construye el carácter de Grecia.
Luego desfilan por el libro otras regiones de la Grecia continental, del Peloponeso, de esa Creta que el autor ve tan poco europea, de las islas menores… Y al tratar de todas ellas siempre son las reflexiones de Lacarrière las que están presentes y las que dan pie a destapar nuevos temas y a llegar más allá de lo que es puro viaje. Las reflexiones a veces nos llevan a un registro más intelectual y nos acercan a un Lacarrière más culto y académico conocedor de la mitología, de la lengua o del teatro clásico. Otras, se desarrollan en un tono más a flor de piel tras el encuentro con pescadores, campesinos, marineros o con las mujeres.
El tema de las mujeres aparece repetidamente en el marco de una reflexión tensa donde la cultura tradicional –sensata, luminosa, hospitalaria, cordial- ahoga la libertad de las esposas y de las hijas y deja su vida reducida a un espacio sometido, estrecho y sin perspectivas.
Y junto a ello aparecen diseminados a lo largo de libro muchos más asuntos referidos a las costumbres, a la vida cotidiana, a las relaciones y ritos que rigen la vida en los pueblos y en las familias, que dan una extensa visión de ese mundo griego compacto y periférico en relación a Europa.
El primer viaje de Lacarrière a Grecia se produce en 1950 recién terminada la Segunda Guerra Mundial que ha afectado gravemente al país. Otros viajes transcurren cuando Grecia sufre una dolorosa guerra civil o en la época de la dictadura de los Coroneles. Poco aparece en el libro de estas circunstancias políticas, que sin embargo condicionan la vida del país, porque el autor busca más en la esencia que en los avatares políticos, pasajeros por su propia naturaleza.
Cuando ha transcurrido largo tiempo después de estos momentos a los que se refiere el libro, cuando Grecia forma parte de la UE y se han producido cambios sustanciales en el país y en todos los órdenes de la vida surge necesariamente la pregunta de cuánto queda en la realidad de esa Grecia de hace años de la que hablan las páginas de Verano griego.
Supongo que la respuesta es mucho y también poco. Y que, al final, resulta indiferente una cosa o la otra. Grecia es hoy, sin duda, otro país. La construcción de los países no se hace a corto plazo. Y comprender Grecia hoy y saberla mirar e interpretar tanto a través de las grandes obras de la época clásica como de sus signos más triviales requiere dar ese paso atrás que Verano griego proporciona con la frescura de la experiencia directa y la lucidez de un conocedor profundo y enamorado del país.
domingo, 6 de septiembre de 2009
Magallanes. El hombre y su gesta
Magallanes. El hombre y su gesta
Stefan Zweig
Debate, 2005
240 pp.
Lo confiesa Stefan Zweig en el prólogo: lo escribió por vergüenza. Sintió que apenas conocía de la vida de uno de los personajes "más extraordinarios en la historia de los descubrimientos geográficos".
Stefan Zweig
Debate, 2005
221 pp.
Publicado por Pablo Strubell
Lo confiesa Stefan Zweig en el prólogo de este libro: lo escribió por vergüenza. Sí, por vergüenza. Porque no le quedó más remedio, afirma. Sintió que apenas conocía de la vida de uno de los personajes “más extraordinarios en la historia de los descubrimientos geográficos”. Magallanes.
A raíz de un viaje a Sudamérica, empezó a investigar, a leer y juntar historias y, para ordenar sus ideas, dejó escrita una brillante biografía del navegante portugués, que encontró la manera de dar la vuelta al mundo navegando sin interrupción. No es ésta la primera biografía que Zweig que escribió. Antes vinieron las de Fouché, María Antonieta, Balzac, Erasmo entre otras. A todas ellas les une la facilidad que tiene el autor para hacernos entrar en el mundo del personaje y para contar las cosas de tal manera que consigue que nos sintamos allí, pegados a la escena.
Ésta biografía que ahora reseñamos sigue manteniendo el estilo y precisión del autor. Publicada por primera vez en 1938, nos llegó en su versión traducida al español por Random House Mondadori, dentro de su sello editorial Debate, en 2005. A Fernando de Magallanes y, especialmente, a la vuelta al mundo que protagonizó están dedicadas las 221 páginas de este libro. Desde su nacimiento a su lamentable fallecimiento en las Filipinas que él “descubrió”.
No es ésta una sesuda y densa biografía. Todo lo contrario. Aún siendo un libro riguroso, el mayor logro es, sin duda, la sencillez con la que el autor nos traza un retrato que va aún más allá de la propia vida de Magallanes: en apenas unos capítulos logra sintetizar la historia del descubrimiento, ambientarnos en esa época en la que el nuevo mundo empezaba a tomar forma. A lo largo de todo el libro va desgranando sutilmente la lucha comercial que se desarrollaba entre España y Portugal, la división del mundo hecha a raíz de dichas tensiones, las estrategias de unos y otros. Pero también nos habla con detalle del día a día de la gran expedición, de las condiciones de navegación en los barcos, de las intrigas, motines y sufrimientos que la tripulación pasó en un viaje que duró, para todos aquellos que consiguieron terminarlo, tres años. A través de Magallanes aprendemos de la historia, de la navegación y del comportamiento humano.
Leer este libro hoy resulta inquietante o, más bien, impactante. Acostumbrados como ya estamos al uso exhaustivo de la tecnología y la información en cada uno de nuestros viajes o desplazamientos, conocer los detalles de la odisea que supuso este viaje, el contexto y los medios con los que se realizó y lo que realmente significó en aquella época nos deja sin más opción que la admiración hacia una persona que partió a corroborar lo que para él no era más que una simple sospecha: la existencia de un paso que unía España con las Indias navegando hacia el Oeste. No es difícil imaginar la gesta: entonces, los mapas apenas habían esbozado la existencia de América. No se conocía la extensión real de ese continente, ni, sobre todo, cómo llegar a aquel mar que Núñez de Balboa divisó (y que Magallanes bautizó como Pacífico) y que no fue sino la constatación de que Colón no había llegado a las anheladas indias.
No se cierra el libro sintiendo especial simpatía por Magallanes, pero sí, en cambio, una profunda admiración. A lo largo de las páginas del libro sale a relucir un carácter poco amable, arisco, casi prepotente. Poco amigo de dar explicaciones ni de hacer partícipe al resto de su tripulación de sus decisiones, sí era, en cambio, un hombre osado, con una determinación férrea y capacidad de sacrificio altísimo. Fueron, sin duda estas cualidades, unidas a su excelente conocimiento de la orientación y la navegación lo que permitió culminar el logro a quienes le sobrevivieron. Llegar a Las Molucas, cargar las bodegas de los barcos supervivientes y regresar a la Península Ibérica siguiendo rumbo oeste fue responsabilidad de Elcano, quien se llevó la fama y riquezas de tan prodigiosa gesta. 265 hombres partieron a la aventura y la mayoría de ellos murieron en el trayecto. Un trayecto de sufrimiento y hambre. De dolor. De enfermedades. Y de gloria para los 18 tripulantes de la única nave que consiguió regresar para contarlo: la nao Victoria.
En suma, este libro es una excelente aproximación a la figura de Magallanes, de lectura amena, sencilla, didáctica. No se necesitan especiales conocimientos de historia o un interés profundo en ese momento de la historia: Zweig consigue enganchar al lector desde la primera página, y lo embarca inexorablemente en uno de los viajes que más han representado para el conocimiento geográfico de nuestro mundo. Con él se demostraba que había un paso al Sur de eso que se vino a llamar América. Se demostraba que a través de la vía recién descubierta se podía llegar al océano Índico navegando siempre hacia el oeste. Se demostraba al fin, prácticamente, que la tierra era redonda (fue la primer prueba fehaciente de este hecho). Y se constató que la tierra giraba sobre sí misma, cuando al circunvalarla ininterrumpidamente en el mismo sentido, los expedicionarios comprobaron que habían 'perdido' un día en relación a lo que marcaba el calendario. Ahí es nada.
lunes, 31 de agosto de 2009
Adiós, Shanghai
Adiós, Shanghai
Ángel Wagestein
Libros del Asteroide, 2009
424 pp.
Viajar a una época y una vez en ella desplazarse de un extremo al otro del mundo es lo que hace Ángel Wagestein y el lector de Adiós, Shanghai, la novela premiada con el prestigioso Jean Monnet de Literatura Europea....
Ángel Wagestein
Libros del Asteroide, 2009
424 pp.
Viajar a una época muy concreta y una vez en ella desplazarse de un extremo al otro del mundo deteniéndose en lugares marcados por acontecimientos cruciales es lo que hace Ángel Wagestein y el lector de Adiós, Shanghai, la novela premiada con el prestigioso Jean Monnet de Literatura Europea.
El título de la novela menciona a Shanghai, pero hasta llegar a esta ciudad la narración transcurre por otros derroteros porque de lo que habla es de un micromundo, el de la comunidad judía refugiada en el extremo de oriente como consecuencia del terror nazi. Y para entrar en ese universo tan singular debe dibujarse primero el contexto que permitirá después reconstruir el mosaico dentro del cual este micromundo cobra vida.
La Alemania de la preguerra, de donde surgen los personajes, la política de nación aria, el clima de acoso a los judíos, al mismo tiempo que la incredulidad ante lo que se viene encima…, es en el libro la antesala que justifica el por qué de Sahnghai. Y París, libre de camisas pardas, animada como corresponde al tópico de la ciudad de la luz, mediterránea en el carácter, tensa por los acontecimientos que se aproximan e igualmente incrédula frente a ellos sirve también de apoyo a esa puesta en escena de un mundo que ha convertido el huir en una actividad decisiva para muchos y ha marcado con la luz de la esperanza y de la desolación, también, a unas pocas ciudades de acogida –cada vez más escasas- entre las que está Shanghai.
Hablamos de microcosmos judío pero no estamos ante un relato ‘judío’. Ante todo nos encontramos con una novela que podríamos llamar ‘no confesional’. Y que para empezar plantea una dislocación en la percepción del espacio, que parece que ha disuelto las fronteras y los continentes para hacer de la supervivencia una quimera posible y de la geografía un puro accidente que presta sus países, sus ciudades y sus mares a quienes buscan desesperadamente un lugar para vivir.
Shanghai está en uno de los extremos de este continuo por el que discurre la huída y es el lugar donde recalan, en circunstancias muy diversas, los personajes que se han ido dando a conocer en estas escenas de presentación. La vida en la ciudad no es fácil.
Shanghai en este momento es un hervidero, un lugar asentado sobre contrastes y conflictos al borde de la explosión y un auténtico rompecabezas. Es heredera de la historia convulsa de China, intervenida por las potencias coloniales, vecina de una Rusia soviética en estado de tensión ella misma, e invadida por el vecino Japón. Y todo ello y con tantos intereses en presencia, en vísperas de la Segunda Guerra Mundial.
La vida es muy difícil para los recién llegados y más para los judíos arruinados huidos de Europa. Pero el autor evita seguir la línea de la compasión y también la del heroísmo para situarse al nivel de la vida cotidiana.
La vida cotidiana, aquello que toca vivir todos los días, despoja a la realidad de las torturadas fantasías que crea la imaginación y muchas veces la literatura. Aquí, en la novela de Ángel Wagestein, los acontecimientos discurren amenazadores pero reales. Son obstáculos que se perciben con la claridad de lo que se toca con los dedos y que hay que sortear a diario. Y por ello están desprovistos de un dramatismo excesivo y transcurren emparejados con señales más alentadoras. Con sentimientos, con la perspectiva de oportunidades, o con esperanzas que conforman el lado cálido de la vida y que, actuando de contrapesos, alimentan la energía necesaria para vivir.
Y por ello, el discurrir de la vida en Shanghai se convierte en una novela de intriga: en la aventura de cómo se ha podido llegar hasta hoy y cómo se resolverá el enigma de sobrevivir mañana. La mirada al mundo judío no es aquí una anécdota. Es mucho más. Es la atalaya desde donde observar la vida en la ciudad y fuera de ella. La monjas de la comunidad católica se entienden bien con el rabino. Los judíos recién llegados tienen sus diferencias con los que llegaron siglos atrás e instalados como respetables banqueros financian las aventuras alemanas en extremo oriente. Los chinos, bajo la ocupación japonesa se rebelan. Y todos asisten, tras el bombardeo de Pearl Harbour a la extensión de la guerra que se convierte en mundial y que hace de Shanghai y de la vida en ella más incierta todavía de lo que había sido hasta el momento.
Adiós, Shanghai es el relato de la vida en la ciudad en circunstancias que podrían haberse convertido en película de acción a la manera de El Tercer Hombre. Porque el autor mezcla entre los personajes a espías, a oscuros militantes y a algunos diplomáticos que sirven para armar una trama que da cabida a la curiosidad del cómo acabará esto. Y es también el ocaso, después del sacrificio, de esta vida miserable cuando termina la guerra y la ciudad recupera no sólo la difícil normalidad de la paz sino los puentes que permiten salir de ella para regresar a casa.
Novela de acción, novela histórica aunque se trate de una historia muy reciente, novela política y novela de resonancias exóticas. Todo ello es Adiós, Shanghai, un libro que se lee todo el tiempo con interés, escrito a base de capítulos muy cortos que le dan agilidad y ligereza y que cuenta un retazo de la vida que resuena en nuestra memoria y que nos llega en forma de relato para el entretenimiento.
domingo, 23 de agosto de 2009
LeCool. Una guía insólita de Madrid
Lecool. Una guía insólita de Madrid
VV.AA.
LeCool, 2008
257 pp.
¿Pero quiénes se han creído que son? ¿De qué van esta gente de LeCool? ¿Pero qué tipo de guía es esta? ¡por favor!...
VV.AA.
Le Cool, 2008
257 pp.
Publicado por Pablo Strubell
¿Pero quiénes se han creído que son? ¿De qué van esta gente de LeCool? ¿Pero qué tipo de guía es esta? ¡por favor! ¿Creen que con su diseño rompedor e inusual, su desenfadado estilo y radical enfoque nos iban a convencer? Porque, ¿qué se puede esperar de una guía turística que no trae ni mapas ni información de transportes, que no menciona horarios de los lugares de interés a visitar ni información alguna de cómo llegar a ellos? Por no detallar, ni detalla los precios de los restaurantes o museos recomendados…
A primera vista, esta es, sin duda, la anti-guía, una tomadura de pelo. Ni es clara, ni ordenada, ni funcional, ni tiene mapas, ni indicaciones sobre cómo llegar a los lugares mencionados ni horarios…. Algo que, lejos de ayudar al viajero, le entorpece. Eso sí, fotos, dibujitos, gracietas a raudales… Parece que sea otro de tantos productos en los que prima la forma antes que el fondo.
Pero la realidad es que, siendo verdad todo esto, la guía no defrauda. No, no sólo no lo hace sino que desconcierta, sorprende y agrada a poco que se examina con profundidad. Y lo hace por la sencilla razón de que su contenido es realmente acertado, y está a la altura de su rompedor diseño. Porque ésta es una guía que no se debe juzgar superficialmente: hay que entrar en ella, analizarla, ojearla con detalle. Sólo entonces se notará que la selección e investigación de lugares destacados se ha hecho con rigor, cariño y sin prisas. Sin caer en los tópicos ni en aquellos sitios que, de tan manidos y mencionados en tantas guías, ya no aportan nada al lector ni diferencian unas de otras. Su aspiración y logro es descubrirnos un Madrid diferente, menos trillado que el de los habituales circuitos turísticos.
Dividida en 10 secciones (Beber, Comer, Calles Ilustradas, Shopping, Cultura, Relax, Dormir, Entrevistas, Otro Madrid y Sexo) sus páginas son un alarde de diseño arropando las diferentes recomendaciones que, es cierto que algo desordenadamente, van apareciendo en ellas. Fotografías, collage, dibujos e ilustraciones acompañan los textos, los enmarcan, convirtiendo cada hoja en una pequeña obra de arte, una guía de referencias estéticas y sensoriales. Es, por ello, que resulta una guía muy entretenida y divertida de leer, de ojear.
Pocas pueden presumir de eso. En esta guía se disfruta tanto del contenido como del continente. De sus diseños y de sus textos. Y es que son varios los autores que acercan los diferentes rincones de la ciudad al lector, cada uno con su estilo y enfoque. Lo mismo ocurre con los ilustradores, reflejando en las páginas cada uno su heterogénea personalidad. De hecho, muchas de las reseñas de los lugares son casi insultantes: no hablan del lugar, ni de cómo es, ni de su apariencia, ni de la gente que lo frecuenta. Se permiten esa frivolidad que, a la vez, invita al lector a curiosear, a averiguar, a probar suerte, dejando un interrogante sobre cómo será realmente un lugar, tan diferente eso de aquellas guías que, buscando la máxima precisión, eliminan el factor sorpresa de la visita…
Es cierto que no es una guía para todos. De hecho, su público objetivo está muy bien definido: gente joven, de nivel adquisitivo medio y alto. Es, en realidad, una guía que aspira a convertirse en el libro de cabecera de los residentes, o de aquellos visitantes que prolongan su estancia semanas o meses, y que buscan, especialmente, recomendaciones que les enseñen un Madrid que ya conocen.
Es una guía para quien gusta de estar al día, para quien quiere exprimir Madrid y sacarle el máximo jugo posible. Nos hablan por ello de lugares y negocios diferentes: Sí, de restaurantes y bares sí, pero también de los mejores kioskos de prensa, lugares desde donde ver puestas de sol, videoclubs… Como muestra de su ambición y enfoque ¿cuántas guías tienen una sección dedicada a lugares de la ciudad donde practicar sexo o hacer intercambios de pareja? ¿En qué otras se ha visto una lista tan selecta de ultramarinos chinos donde abastecerse con el mayor surtido o karaokes donde desgañitarse cantando?
Ellos se declaran líderes de guías alternativas y no será raro que lo sean: nadie hace nada parecido. Son únicos. Únicos en Amsterdam, Barcelona, Lisboa y Londres.
martes, 18 de agosto de 2009
En Noruega
En Noruega
León Lasa
Almuzara, 2009
286 pp.
Esta vez, sí. Estamos ante un libro de viajes al más puro estilo. Y como ocurre en estos casos, coloreado por la personalidad del autor que le da el tono y gobierna el contenido...
León Lasa
Almuzara, 2009
286 pp.
Esta vez, sí. Estamos ante un libro de viajes al más puro estilo. Y como ocurre en estos casos, coloreado por la personalidad del autor que le da el tono y gobierna el contenido.
El título indica sin lugar a dudas el escenario del viaje, pero es tan escueto que hay que tener el libro en las manos y ojearlo para saber algo más del contenido. La contraportada, tampoco aclara las cosas y se diría que hay un acuerdo para defender la opacidad de todo lo que contiene el interior de las cubiertas.
La realidad no va tan lejos. Lo que quizás ocurre es que este viaje por Noruega es particularmente personal y discurre tanto por el territorio geográfico del norte escandinavo como por el interior de la mente del autor que en ningún momento se oculta y que destaca en el papel de viajero solitario. Tanto como decir que estamos ante un libro de viajes podríamos haber dicho al principio que estábamos ante el libro de un viajero.
Pero el autor no resulta en ningún momento invasivo. En ningún momento abruma con sus disquisiciones. Al contrario, describe con naturalidad sus sensaciones, los lugares por los que pasa, sus encuentros y propone, al mismo tiempo las referencias a que le llevan los recuerdos personales o la información que ha obtenido de lecturas o simplemente de esa acumulación de saber que llamamos cultura y que enriquecen el relato y le dan calor.
El libro está claramente escrito por un español. Estamos ya en un punto en que la literatura de viajes salida de la pluma de autores españoles es extensa e interesante. Y es también un libro que refleja nuestra época, con referencias a la historia y a acontecimientos recientes que el lector tiene vivos en la memoria.
Ese protagonismo del autor se debe, seguramente, tanto a su deseo como al mismo ‘formato’ del viaje que emprende. Viaja solo en un país de clima y de naturaleza extremas. Casi todo es contenido en Noruega si se compara con el universo expansivo que parece cubrir a las tierras más meridionales donde el sol luce durante todo el año. La especial luz del día, la escasa población, la estricta cortesía que acompaña el trato con las personas refuerzan también en el viajero la mirada al interior, que gana con ello espacio a la que se asoma hacia fuera.
Pero es que, además, Fernando Lasa emprende un viaje especial por cuanto el suyo es el trayecto que hace el Hurtigruten, la línea que navega a lo largo de los fiordos desde Bergen hasta casi el punto más septentrional de la península escandinava en el régimen propio de un correo con paradas en numerosos puertos, grandes y pequeños.
El Hurtigruten fue en su momento una apuesta colosal. A finales del siglo XIX consiguió mantener abierta la comunicación por mar durante todo el año con las poblaciones diseminadas a lo largo del litoral y que tradicionalmente vivían aisladas en condiciones dificilísimas durante el dilatado invierno boreal. Desde entonces la línea se ha mantenido activa y hoy, confortable como nunca, sirve a los descendientes de aquellos que la utilizaron por primera vez para ir de un pueblo a otro, y a unos pocos viajeros curiosos que como León Lasa han sentido la llamada de los países fríos y descubren el mundo de emociones que sus paisajes y su atmósfera tan especial suscitan.
Los paisajes, los ambientes y las gentes que encuentra en el barco aparecen a lo largo del libro, lo mismo que los lugares de tierra en los que hace escala, y los encuentros que en ellos se producen. No es posible abarcar un país entero en un solo relato. Pero sí es posible dar una buena visión de él y generar en el lector las ganas de emprender el viaje y seguir los pasos del autor en el libro. En Noruega es todo esto: el reflejo de un país, el relato de un viaje lleno de interés y la semilla depositada en el lector para emprender, él también, su propio viaje al norte escandinavo.