jueves, 6 de agosto de 2015

La casa de hielo. Veinte pequeñas historias rusas

La casa de hielo. Veinte pequeñas historias rusas

Serena Vitale
Marbot, 2014
197 pp.

'La casa de hielo' es un pequeño divertimento hecho a base de veinte relatos cortos ambientados en la Rusia que va desde principios del siglo XVIII a finales del XIX.


Serena Vitale
Marbot, 2014
197 pp.







Hay libros de historia y los hay de historias. La casa de hielo es más bien de los segundos. Serena Vitale, la autora, es especialista en literatura rusa y, de pasada, lo es también en cultura rusa. Y con estos mimbres ha emprendido lo que parece un pequeño divertimento que consiste en crear una serie de veinte relatos cortos ambientados en la Rusia que va desde principios del siglo XVIII a finales del XIX.

Todos los relatos -las pequeñas historias rusas, como las anuncia el subtítulo del libro- tienen un trasfondo histórico explícito. No hay en ellas campesinos pobres ni más miseria que la imprescindible para construir la periferia del argumento. Los personajes son miembros de la familia real, nobles, hombres ricos, funcionarios... aunque no a todos la vida les haya ido bien.

Justamente, eso es la Rusia indómita y en tantas ocasiones cruel que trata de desvelar la autora. Detrás de la literatura compuesta por dramas enormes a lo largo de una historia poblada de personajes terribles, de gobernantes opulentos y de tragedias y maldades extraordinarias, Serena Vitale busca construir, en forma de historias cortas, una suerte de vida cotidiana que acompañe a la gran historia. Se inventa, a partir de un exhaustivo conocimiento del mundo ruso, una especie de historia menor, a escala más doméstica, para servir de contrapunto a los grandes acontecimientos.

Quienes no estén muy versados en la historia de Rusia harán bien en asomarse a wikipedia para situar a zares y a emperatrices y otros acontecimientos que marcan los tiempos del relato. El hacerlo no es ningún estorbo porque con ello cada una de las pequeñas historias que componen el libro cobra la dimensión histórica que le corresponde.

Si a la autora le interesa descender del zócalo donde se sitúa la gran historia para enmarcarla en la cotidianidad sobre la que transcurre, al lector le será útil recorrer el camino contrario y poner la cotidianidad en relación con la historia de la que forman parte y son partícipes los personajes principales.

Veinte pequeñas historias inventadas, distintas unas de otras, llenas de guiños a la realidad, cargadas de detalles, mundanas o trágicas, inverosímiles o razonables se ofrecen al lector para jugar con la gran literatura y sacarla de la ficción, desde la que fue escrita, a través de esta otra ficción que pretende hacerla aterrizar para acercarnos a una Rusia mucho más real.

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