miércoles, 17 de junio de 2015

La India

La India

Vicente Blasco Ibáñez
Gadir, 2014
263 pp.

En esta mirada sobre la India, Blasco Ibáñez ofrece un relato lleno de interés, un relato que se lee de corrido y en el que se reconoce a un país que ha cambiado con los años pero sigue fiel a sus raíces.


Vicente Blasco Ibáñez
Gadir, 2014
263 pp.





“Existen tantas Indias como religiones y las religiones son los grupos humanos que más difícilmente llegan a entenderse para marchar juntos”

Muchos son los libros que hablan de la India, hasta el punto de que uno más acaba pareciendo innecesario. Y más todavía si se escribió hace casi cien años, cuando el país del que se nos habla poco parece que tenga que ver con el que hoy nos interesa.

Pero hablemos del autor, porque seguramente el secreto de esta India que tenemos entre manos está ahí, en la personalidad y el talento de quien la ha escrito. Los que estudiaron a Blasco Ibáñez a través de la asignatura de literatura en el bachillerato es muy probable que tengan una opinión poco estimulante de él. Pero la realidad es que fue uno de los grandes de la literatura de su tiempo, no en España sino en el mundo entero. Fue, por poner un ejemplo, el lider de ventas en los EE.UU. en el año 1919 con su novela Los Cuatro jinetes de la Apocalipsis. Cuentan que fue el propio presidente de la República Francesa quien le pidió que escribiera sobre la Primera Guerra Mundial. Nuestro autor triunfó en Hollywood con su novela en una película que protagonizó Rodolfo Valetino y de la que se hizo una remake protagonizada por John Ford. Fue nombrado doctor honoris causa por la universidad de Washington y, con una fortuna considerable, se compró un Rolls Royce, capricho que se han podido permitir muy pocos de los que se han dedicado a la literatura.

Blasco Ibáñez fue un hombre de mundo, viajero y trabajador incansable. Y fue un hombre de una curiosidad infinita. De aquí que en los años 20 decidiera decidiera embarcarse en el Franconia para dar la vuelta al mundo y conocer de primera mano lo que luego contaría en La vuelta al mundo de un novelista del que La India, el libro del que tratamos ahora, es una de las partes.

Blasco Ibáñez es un hombre de 'izquierdas'. Republicano, liberal, anticlerical, partidario de los aliados durante la guerra del 14 y comprometido con la educación de las clases populares. Y ello haría esperar que de su visita a la India y a Ceilán el relato resultante fuera un panfleto contra el colonialismo. Pero el hecho es que ha visto demasiadas cosas como para comprometerse de manera excesiva y cargar contra una Inglaterra que ha hecho en la India una obra colosal. El autor se centra en un libro de viajes a la manera moderna. Su texto es casi el de un periodista atento a la realidad, a asimilar información y a transmitirla, a describir lo que ve y a centrarse en lo que le sorprende que es aquello que lo diferencia de nuestro mundo.

El humor, discreto, pero humor al fin y al cabo, acompaña a sus descripciones. Sin duda forma parte de la personalidad de Blasco Ibáñez, pero es también un recurso para tratar las diferencias entre el mundo occidental del que procede y el oriental, amalgamado con elementos de la civilización inglesa, contradictorio y difícil de asimilar para un europeo.
Si Blasco Ibáñez destaca escenas o hechos que hoy pueden parecer triviales es porque sabe que está escribiendo para un público para quien las noticias de la India son tan extrañas como lo serían si se estuviera hablando de marte.

Cuenta Blasco Ibáñez a sus lectores su sorpresa ante la violencia que pueden ejercer los indios sobre sus congéneres y en contraposición el extendido rechazo a matar a un insecto debido a su convicción de que la vida es un bien intocable. Habla de la curiosa tolerancia que existe ante cualquier vaca sagrada que se cruza en el camino en ciudades donde el automóvil debiera ser un signo de modernidad que rompiera con los tabús heredados de otros tiempos. Contempla con una sonrisa el discutible éxito de los ingleses empeñados en llevar la civilización a un pueblo con una civilización propia a la que regresa tan pronto se aleja del entorno colonial y vuelve a su barrio o entra en su casa.

El curso del viaje por la India da pie al autor a hablar de numerosos temas. Temas de los que se ha informado y en los que, sin entrar en profundidades, tampoco es tan ligero como para resultar superficial. Se refiere a asuntos tan dispares como el de los matrimonios entre niños, el vestido de mujeres y de hombres, los encantadores de serpientes,  los dioses y las sorprendentes formas de devoción de la población, la cremación de los difuntos, las grandes ciudades y la vida en ellas, los cristianos de Goa y los musulmanes de Delhi...

En esta mirada sobre la India, Blasco Ibáñez consigue ofrecernos un relato lleno de interés, un relato que se lee de corrido y en el que se reconoce a un país que ha cambiado con los años pero sigue fiel a sus raíces. Asomándose a esa India colonial el lector se acercará a una cultura que perdura y sigue, todavía hoy, tan viva como en el pasado y se dará cuenta de que mucho de lo que encontramos en la India de nuestros días es el fruto de unas semillas que estaban plantadas ya en los tiempos de los que el autor nos trae noticias en este singular libro.

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