lunes, 11 de julio de 2011

La máscara de África. Un viaje por las creencias africanas


La máscara de África
V.V. Naipaul
Mondadori, 2011
271 pp.

¿Y si hiciéramos un esfuerzo por comprender África? Su pasado tribal, con reinos e imperios indígenas, el encuentro con los primeros europeos y con los comerciantes árabes, la tragedia de la esclavitud, la época colonial ...


V.V. Naipaul
Mondadori, 2011
271 pp.






¿Y si hiciéramos un esfuerzo por comprender África? Su pasado tribal, con reinos e imperios indígenas, el encuentro con los primeros europeos y con los comerciantes árabes, la tragedia de la esclavitud, la época colonial y la de la independencia van marcando etapas que nos acercan al presente y que nos llevan a sociedades modernas, a su modo, que conocemos relativamente bien. O que creemos conocer hasta que la lectura del libro de Naipaul nos abre un espacio totalmente nuevo con el que no contábamos. El de las creencias tradicionales, que suponíamos recluidas en el mundo residual de la superstición y que atribuíamos a un resto de ignorancia que la educación y el camino hacia la modernidad estaba convirtiendo en insignificante.

Naipaul está familiarizado con África. Había vivido, hace más de cuarenta años, en Uganda y recorrido, en esa época, distintos países. Y había escrito su novela Un recodo en el río, a todas luces magnífica. Pero su interés abandona ahora la superficie de la que se acostumbra a hablar cuando se hace referencia a la realidad africana y desciende a las profundidades del alma. Nos lo cuenta él mismo:

“Para mis libros de viajes viajo alrededor de un tema. Y el tema de La máscara de África son las creencias africanas. Comienzo en Uganda, en el centro del continente, voy a Ghana, y a Nigeria, a Costa de Marfíl y a Gabón y acabo en el exremo meridional, en Suráfrica. Mi tema son las creencias, no la vida política o económica”. Y este tema nos enfrenta a los lectores a importantes sorpresas.

La realidad africana se muestra a través de Naipaul impregnada por un modo de ver el mundo ligado a la naturaleza y a las fuerzas primordiales que la tradición imaginó para que las gentes pudieran relacionarse con ella y supieran contener su poder. ¿Cómo podría haber desaparecido un universo entero de creencias en el curso de unas pocas generaciones? Hubiera resultado imposible y por ello tampoco debe sorprender el panorama que se desvela cuando salen a la luz concepciones, prácticas y personas envueltas en un mundo espiritual del que habíamos perdido el rastro y que aparece vivo y plenamente vigente al día de hoy.

La naturaleza, y más concretamente la selva, los grandes ríos y los animales que los pueblan, es la madre de la espiritualidad africana. Y es la materia sobre la que se escribe el relato de una cultura oral, que no conoce de libros ni de monumentos construidos para la eternidad. En África es la vida y su realidad efímera la que marca la esencia de los dioses y de todo lo sagrado. Y lo sigue marcando para los africanos aunque los extranjeros sean incapaces verlo. Los santuarios existen todavía y continúan concentrando la energía de espíritus y de fuerzas que solo los iniciados en las creencias tradicionales pueden reconocer. Y estos iniciados son muchos porque han heredado a través de sus familias la fidelidad a las viejas creencias que siguen siendo sus guías hasta hoy.

“El punto más sacro está en lo alto de la catarata. El espíritu del lugar habita allí y hay una historia tribal que explica el por qué. Allí las aguas arrastran los maleficios. Sin embargo hay que ir descalzo en señal de respeto por un lugar sagrado y lavarse la cara y las manos nueve veces”. La descripción no es la de un explorador del siglo XIX. Corresponde al día de hoy. Como corresponde al día de hoy la existencia de brujos y de sacerdotes a los que la gente acude.

¿Qué clase de gente? Los mismos políticos que se desplazan en limusina y dirigen los gobiernos, los militares que dan golpes de estado y que reclaman la fuerza que los aleje de sus enemigos, los profesionales que trabajan para empresas extranjeras o los altos funcionarios. Personas a caballo entre dos universos y que sufren porque ven en riesgo sus creencias ante la invasión que supone el mundo moderno con el que es difícil competir. “Nosotros tenemos brujas que vuelan por el aire, pero cuando vimos los aviones empezamos a aborrecer lo que era nuestra cultura” se duele una de las personas con las que habla Naipaul.

La pérdida lenta pero inexorable de las creencias tradicionales es para algunos un retroceso porque vivir en África obliga a conectar con sus raíces. Y porque la vieja tradición contiene conocimientos poderosos que ayudan a la vida en un continente donde abundan los peligros. Pero hay un lado oscuro también donde la magia se desliza hacia ritos sangrientos que exigen la muerte de animales y de personas. La energía que alimenta a los vivos obliga a prácticas todavía vigentes que consisten en quitarla a unos para trasvasarla a otros. Por supuesto se trata de prácticas prohibidas, pero suficientemente extendidas como para que en determinadas circunstancias haya que recoger a los niños en casa y evitar que salgan a la calle de donde podrían desaparecer. Un lado oscuro y terrible acompaña a estas creencias que nacieron de la selva y que conectan el mundo de los vivos y el de los muertos con pasmosa naturalidad.

Naipaul bucea en el mundo poco visible de las creencias. No le es fácil hacerlo. No siempre aquellos con los que habla son claros en su expresión ni tampoco el autor se siente con ánimos de forzar el diálogo. Escucha, se deja llevar, pregunta y trata de leer entre líneas en lo que le cuentan sus interlocutores. La máscara de África es un libro inquietante e irregular en su intensidad y en la naturaleza de sus contenidos. Enfrenta al lector a un mundo desconocido, sujeto a otras reglas, nacido de una cultura de orígenes distintos. Pero le descubre una realidad a la que no habría que cerrar los ojos, que está ahí y que seguramente le ha pasado desapercibida. Nos habla de una dimensión de África distinta, insondable de alguna manera y que resulta imprescindible para quien quiera conocer un poco mejor el continente.

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