lunes, 18 de julio de 2011

La habitación muda


La habitación muda
Herbjorg Wassmo
Nórdica libros, 2011
388 pp.

Asociamos a los países nórdicos la idea de bienestar. De bienestar económico, de progreso y de abundancia. Y sin embargo, si esto puede tener que ver con la realidad de hoy, no parece que haya sido la tónica hasta épocas recientes. Fuera de las ciudades, en los años cincuenta y sesenta la vida era miserable...

Herbjorg Wassmo
Nórdica libros, 2011
388 pp.





Asociamos a los países nórdicos la idea de bienestar. De bienestar económico, de progreso y de abundancia. Y sin embargo, si esto puede tener que ver con la realidad de hoy, no parece que haya sido la tónica hasta épocas recientes. Fuera de las ciudades, en los años cincuenta y sesenta la vida era miserable, además de extremadamente dura. El clima, inhóspito la mayor parte del año, sin concesión alguna al bienestar, marcaba al mismo tiempo a las personas y a sus relaciones con los vecinos, frías y contenidas como si hubiera que ahorrar también en ellas la escasa energía disponible para mantenerse en vida.

Herbjorg Wassmo sitúa su libro en un pequeño pueblo de pescadores perdido en alguna de las islas que componen las Lofoten. Frente al desdentado perfil del litoral noruego, un pequeño mundo lleva su vida con independencia de cuanto le rodea. Las noticias que llegan por la radio o por los periódicos que descarga en el muelle el barco que sirve de correo son el único contacto con el mundo exterior, que habla de la guerra fría y que se percibe ajeno y amenazador.

Aunque las amenazas están en casa. Están, como en cualquier parte, en los episodios de la vida cotidiana, en las inseguridades que arrastra el propio carácter, en los peligros que encierra la naturaleza, en los enfrentamientos declarados o sordos con los vecinos, en el miedo a lo que pueda ocurrir, en los proyectos inciertos, en sentimientos oscuros…

Es el universo de una niña el que centra el desarrollo del libro. Un libro, el segundo, de una trilogía que recorre la historia de Tora y que nos habla ahora de cuando está a punto de convertirse en una adolescente. Por supuesto, no es una niña con una personalidad y con una vida a la que estemos acostumbrados. Su entorno es difícil y sus responsabilidades grandes. En buena medida su mundo es el de los adultos porque el entorno en el que vive no se anda con sutilezas infantiles y el aislamiento obliga a disponer de autonomía casi con tanta urgencia como a aprender a caminar.

Hay en la narración de Wassmo un resabio de novela negra que llega al lector por el tono de melancolía que envuelve el ambiente, por el sabor a desesperanza que impregna el discurrir de los días, por el peso de sentimientos ocultos que como el viento helado o la falta de sol enfrían el calor de la vida sin apagar los rescoldos que la alimentan.

El relato de Wassmo es magistral. Dice la contraportada del libro que se lee como un thriller. Y es que, efectivamente, capta la atención del lector que, atrapado él mismo en ese pueblo y en esa isla de los que no se da tan siquiera el nombre, necesita conocer un poco más de la historia que sigue sin desvelarse y que obliga a seguir el hilo hasta el final.

Una lista de premios importantes reconoce la calidad de la obra de Wassmo y más concretamente de La habitación muda y del primero de los volúmenes de la trilogía: La casa del mirador ciego (el tercero está a punto de publicarse en español). Quien desee asomarse a un mundo diferente, conocer una Noruega distinta de la que aparece hoy en folletos y noticias, y disfrutar de una novela espléndida encontrará en La habitación muda la mejor ocasión para hacerlo.

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