viernes, 5 de noviembre de 2010

La odisea de Marco Polo. Tras los pasos de un mercader que cambió el mundo


La odisea de Marco Polo
Harry Rutstein
Nowtilus, 2010
480 pp.

No hay escritor de viajes que se precie y que no haya escrito sobre la Ruta de la Seda. Sobre el largo camino que llevaba desde China a las puertas de Europa ...


Harry Rutstein
Nowtilus, 2010
480 pp.






No hay escritor de viajes que se precie y que no haya escrito sobre la Ruta de la Seda. Sobre el largo camino que llevaba desde China a las puertas de Europa o sobre alguna de sus partes. Y tampoco hay ciudad o lugar importante en el camino de Europa a Asia que no pretenda haber jugado un papel en la célebre ruta. Se diría que tanto como un camino, la Ruta de la Seda fue un corredor por el que circularon mercancías preciosas hacia Europa. Un corredor que discurrió por caminos diversos y alternativos que aseguraron en distintos momentos de la historia la continuidad de un flujo comercial que todavía maravilla y sorprende.

Harry Rutstein nos habla de ella. Pero el viaje que sirve de base a su libro está cargado de rigor. No es de una Ruta de la Seda en general de la que habla. Es de la que recorrió Marco Polo cuando en el siglo XIII marchó hacia tierras del Gran Kan. Y es también de esa, borrada en algunas partes y alejada en otras de los caminos que hoy siguen los viajeros, de la que no había noticias de que nadie, en época moderna, hubiera vuelto a recorrer.

Rutstein desea seguir paso a paso y detenerse en los lugares por donde pasó y se detuvo Marco Polo. Y desea recuperar para su relato aquellas ciudades y sendas que con el paso del tiempo se perdieron, fueron destruidas o abandonadas y no dejaron para el viajero de hoy más que insignificantes restos.

Sorprende al lector la dificultad de la empresa de Rutstein. Sorprende, sobre todo, cuando la geografía del planeta parece por entero dominada y cuando existen poderosos medios de transporte, que no sea casi un paseo reeditar el camino que llevó al mercader veneciano hasta el corazón de China. Pero lo cierto es que el autor necesitó tres expediciones entre 1975 y 1985 para cubrir el mismo recorrido que siguió Marco Polo tantos siglos atrás.

¿Por qué tanta dificultad? Hablemos antes del para qué. Aunque no hayan sido voluntarios, los obstáculos al viaje son sin duda la base de su atractivo. Seguramente, el día en que una autopista recorra lo que hoy es una sucesión de maltrechas carreteras escribir sobre el viaje dejará de tener sentido. Y además, cuando llegue ese día la región entera será tan homogénea que dejará de ofrecer el aliciente de la sorpresa que está detrás de cada viaje. Sin duda, la dificultad es una componente esencial en el atractivo del libro

Y centrémonos, además, en el por qué. En buena parte, los obstáculos que se oponen al camino son hoy, como en tiempos de Marco Polo, las fronteras que separan unos países de otros. Marco Polo viajaba con un salvoconducto del Gran Kan. Rutstein lo hace con los buenos oficios de sus contactos en occidente. Pero ni los fax enviados desde las embajadas en Nueva York, ni las buenas palabras de diligentes colaboradores consiguen allanar los obstáculos que los conflictos levantan o que las burocracias construyen con la solidez de un muro.

Luego, está también la geografía, esa realidad que es la corteza de la tierra que impone, en forma de relieve o de climas extremos, unas exigencias que los viajeros actuales ha resuelto recurriendo al avión pero que Rutstein debe superar como los viajeros antiguos kilómetro a kilómetro.

Tres expediciones sucesivas sirven al autor para alcanzar su objetivo. La primera es la más modesta porque el grupo de quienes la componen se reduce a sólo tres personas equipadas con una mochila cada una y poco mas. Esta primera expedición es seguramente más parecida a la que Marco Polo realizó, la dotada de medios más precarios. Empieza, después de haber llegado por mar, en San Juan de Acre, en lo que hoy es Israel, atraviesa Turquía de un extremo a otro, recorre Irán y sigue luego por un Afganistán llamativamente atrasado donde todavía siguen en pie los famosos budas de Bamyan que caerían bajo el fuego a cañonazos de los talibanes. Rutstein nos habla de cada lugar, de las dificultades que encuentra, de lo que ve y de lo que Marco Polo cuenta que encontró según el relato que ha llegado a nuestras manos de su viaje.

Las dos expediciones que el autor emprende en los años siguientes y con las que cierra su recorrido tras los pasos de Marco Polo cuentan con más apoyo porque se inscriben en el proyecto de realización de sendos documentales. Una tras otra llevan a Rutstein por los Himalayas entrando por Pakistán, cruzando las nuevas repúblicas ex-soviéticas y atravesando en China por tierras uigures para alcanzar finalmente Pekín. Podría parecer que los mejores medios de que disponen estas expediciones perjudican el propósito de aproximarse a la ruta que siguió Marco Polo, que le restan autenticidad. Pero la realidad es la contraria. Permiten al autor moverse con soltura por regiones de China prácticamente cerradas en la época, aproximarse a lugares recónditos, ver y hablar –sobre todo hablar- con quienes tienen cosas que contar. La faceta cinematográfica de Rutstein actúa de salvoconducto en territorio chino como actuó en el caso de Marco Polo la protección del Gran Kan.

Cuatrocientas ochenta páginas se hacen cortas para dar noticia de un viaje tan largo. No puede Rutstein extenderse demasiado sobre ningún lugar ni sobre ningún tema. Pasa muchas veces rozando solamente todo aquello que encuentra durante el viaje, pero todo y con ello cuenta infinidad de cosas porque son casi infinitas las facetas que reflejan todo cuanto todavía encierra este camino prodigioso que une oriente y occidente.

Tal vez peque de superficialidad el conjunto del relato. Seguramente la traducción del inglés debiera haber sido más cuidadosa. Quizás pueda echarse de menos una explicación más profunda del autor acerca del Asia Central por la que discurre su viaje. Pero es cierto también que afinar más en muchas de las cosas de las que trata el libro hubiera dado lugar a una verdadera enciclopedia. Y éste es un libro que quiere ser ameno. Es el reflejo de una aventura que permite al lector viajar por uno de los más viejos caminos de los que hay memoria y disfrutar de todo cuanto todavía ofrece de exotismo y de poder de seducción.

Los enamorados de Asia y de la historia, quienes quieran asistir a las escenas de un camino que está destinado a entrar en el mundo moderno en muy poco tiempo y a perder parte de su antiguo sabor encontrarán en La odisea de Marco Polo motivos sobrados para deleitarse con un buen rato de lectura. Rutstein nos acerca a un Asia cargada de encanto y de seducción donde resuenan voces muy antiguas. No debiéramos perder la ocasión de asomarnos a ella.

1 comentario:

Iván dijo...

Gran libro y muy bien documentado. un saludo