Juan Goytisolo
Península, 2015
142 pp.
No es un secreto que Juan Goytisolo conoce el mundo musulmán sobradamente, ha escrito sobre él y da la impresión de sentirse a gusto en sus recovecos, sus particularidades y contradicciones. Y también, que ha dedicado a Turquía y al imperio y la cultura otomanas una atención muy especial. Es un maestro y su voz está cargada siempre de interés.
Estambul otomano forma parte de este universo en el que Goytisolo bucea para entresacar lo que hay de realidad en el relato confuso que ha llegado a nosotros a base de prejuicios, fabulaciones, viejas habladurías, escritos de viajeros pretéritos y demás invenciones que resultaron de la necesidad de dar rienda suelta a la fantasía.
El gran imperio que durante cerca de quinientos años reinó en lo que fueron tierras bizantinas, que sustituyó la cultura, las costumbres y la religión de orígenes clásicos que fueron las bases de Bizancio y que se convirtió en amenaza y al mismo tiempo en materia de admiración para Europa, fue, al fin y al cabo un gran desconocido.
Goytisolo, en este Estambul otomano que se reedita ahora, se propone poner las cosas en su sitio. Quiere matizar o desmentir tantos bulos como corrieron acerca del gran imperio del Levante y servirse de su capital para ir destacando temas que arrojen luz sobre ese mundo velado que fue Turquía hasta principios del siglo XX cuando se convirtió en república.
Estambul no se construyó en un día y como capital de los turcos fue una metrópoli espléndida durante siglos. Además, la distancia entre la vida del bazar y la del exclusivo entorno del sultán era absoluta. A lo largo de siglos y con tan abrumadoras diferencias no es de extrañar que la misma ciudad cambiara y que las noticias que llegaban de ella y de sus gentes fueran diversas y a menudo contradictorias. Pero tanto como el tiempo o las diferencias, influyó a la hora de transmitir a occidente una imagen distorsionada de la capital otomana, la desconfianza con que era vista aquella poderosa ciudad, capital de una nación enemiga, estandarte de una religión hostil y tan encerrada en sí misma que el viajero o el diplomático que regresaba después de haberla visitado acababa hablando de ella más por intuición o por lo que le contaron que como resultado de una experiencia real.
Para salir de tanto entuerto, Juan Goytisolo opta por la pedagogía, por ir poniendo en orden las ideas paso a paso. Y para ello, nos habla del imperio y de la concepción del poder que había tras él, nos habla de las costumbres que podían causar consternación y curiosidad por igual en Europa -el harén, el trato a las mujeres, la vestimenta, la fidelidad, la crueldad...- y nos habla de la combinación del mundo musulmán y del turco, que da lugar a ese curioso y temido ejército que fue el de los jenízaros o al florecimiento de derviches y de sectas que tanto marcaron ese imperio que creció bajo la protección absoluta del sultán.
Pero Goytisolo además de atender a estos trazos profundos que afectan a la cultura, a la religión o al poder, también mira a la calle, esa calle donde conviven con los musulmanes los judíos y cristianos, los funcionarios y comerciantes, los artesanos y marinos. Y le dedica atención al bazar, a los gremios y a los oficios diversos que daban vida a sus calles y que marcaron 'por abajo' la vida de Estambul como lo hizo 'por arriba' el sultán y toda la corte.
El tono de Goytisolo en este libro tiene mucho del que correspondería a un pequeño estudio académico, ordenado en la sucesión de asuntos por los que transita, acompañado de citas que explican o justifican su relato, equilibrado y bien medido de forma que ninguno de los temas resulta al lector abrumador. Más bien al contrario, breve y sin más extensión de la necesaria para darle un conocimiento justo y rico en contenido. Estambul otomano no es una guía al uso. No sirve para encontrar un monumento o informar sobre él a quien visite Estambul. Pero sí es una luz que ilumina la capital y buscando en sus raíces destaca esas esencias que hacen de la capital turca la ciudad más extraordinaria.
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