Ana M. Briongos
Laertes, 2015
168 pp.
Pequeñas pinceladas componen este libro que más que de viajes es de lugares. Lugares muy diversos que aparecen en el libro como si fueran fotografías. Llevados al papel a base de relatos cortos pero certeros, porque lo que Ana Briongos pretende no es profundizar sino destacar una mirada, un destello que recoge el momento, que transmite un sabor, que refleja un sentimiento.
Treinta y cinco lugares o treinta y cinco momentos por los que transita el lector de un escenario a otro, acompañado por la voz cálida de la autora. La misma voz que se escucha en sus novelas cuando nos habla de Irán, de Afganistán o de la India, pero esta vez expresada en forma de breve comentario, formulada como un susurro. Y acompañada por las ilustraciones de Àlex Ferrer, leves, ellas también, de trazo muy ligero que recogen ese instante fugaz que queda en el recuerdo.
Berkeley, Calcuta, Casablanca, Bali, Fez, Karachi, Isfahán, Venecia… van atrayendo la atención del lector en su discurrir amable sobre la piel llena de cicatrices que envuelve el planeta. Ciudades que transforman esta piel en un universo lleno de matices, que lo hacen distinto de un sitio a otro y lo convierten en una fuente inagotable de sensaciones.
El contenido de Geografías íntimas es lo más parecido a lo que el título del libro indica. Es un recorrido pausado con los ojos de quien ha aprendido a ver lo que tiene de amistoso y de cercano el mundo: lo que tiene de doméstico. Y con la complicidad de quien propone al lector a que participe de esa experiencia grata y cálida al mismo tiempo, invita a una lectura breve y relajada, envuelta de los aromas más sugerentes.
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